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Edurne Pasaban, la primera mujer en conquistar las cimas más altas del planeta

La alpinista Edurne Pasaban completó en 2010 la ascensión de los 14 ochomiles, un hecho que marcó un antes y un después en la historia del montañismo

Texto: P. Montes Foto: Edurne Pasaban

El 17 de mayo de 2010, en la cima del Shisha Pangma, Edurne Pasaban cerró una etapa que había comenzado nueve años antes en el Everest. Aquel día se convirtió en la primera mujer del mundo en escalar las 14 montañas más altas del planeta, todas ellas por encima de los ocho mil metros. Un logro que solo se reconocía a una veintena de alpinistas en toda la historia.

Pasaban nació en Tolosa, Gipuzkoa, en 1973. Su relación con la montaña empezó pronto, durante excursiones familiares, y en la adolescencia se inició en la escalada en roca junto a su primo. Poco después coronó el Mont Blanc, lo que supuso su primer gran contacto con la alta montaña. Mientras estudiaba Ingeniería Industrial en la Universidad del País Vasco/ Euskal Herriko Unibertsitatea (EHU), compaginaba las clases con expediciones cada vez más ambiciosas.

Pero no fue hasta 2001 cuando llegó su gran debut en el Himalaya. El 23 de mayo de aquel año alcanzó la cima del Everest, la más alta del planeta. Ese primer paso abrió un camino que la llevaría a encadenar ascensiones a montañas como el Makalu, el Cho Oyu, el Lhotse o los dos Gasherbrum. En 2004 llegó el turno del K2, donde sufrió graves congelaciones que marcaron su trayectoria.

Los años siguientes estuvieron llenos de retos y también de pausas forzadas. En 2006 se retiró durante un tiempo y regresó con fuerza y, entre 2008 y 2010, completando las últimas piezas de su reto: Dhaulagiri, Manaslu, Kangchenjunga, Annapurna y, finalmente, Shisha Pangma.

Además, su vínculo con la montaña no se interrumpió tras el Shisha Pangma. En 2009 creó la organización Montañeros por el Himalaya, un proyecto destinado a mejorar la educación en comunidades nepalíes, muchas de ellas situadas en las mismas regiones donde desarrolló sus expediciones. A través de esta iniciativa se han impulsado programas educativos que contribuyen a ofrecer más oportunidades a los jóvenes de la zona.

Otras formaciones

Al margen de la montaña, Pasaban amplió su formación con un máster en ESADE y, una vez concluida su etapa de expediciones, ha trabajado como empresaria, conferenciante y profesora. Además, impulsó la organización Montañeros por el Himalaya, destinada a apoyar proyectos educativos en comunidades de Nepal.

Su carrera no ha pasado desapercibida. En 2010 recibió la Medalla de Oro al Mérito Deportivo y el Premio Nacional del Deporte. Ese mismo año fue distinguida como “Aventurera del Año” por la revista National Geographic y el Gobierno Vasco la reconoció con el premio Vasco Universal. En 2023, el Mendi Film Festival le otorgó el Premio Fundación WOP en reconocimiento a su trayectoria.

Hoy, a más de una década de aquel 17 de mayo en el Shisha Pangma, Pasaban mantiene vivo el vínculo con la montaña desde otra perspectiva: la de compartir su experiencia. A través de charlas, formación universitaria y proyectos sociales, transmite los aprendizajes que le dejaron las cumbres más altas del planeta.

DESAFIOS

Edurne Pasaban se propuso ser la primera mujer en escalar las 14 montañas de más de ocho mil metros de altura. Alcanzó esa meta en 2010 tras realizar veinte expediciones en el Himalaya y el Karakórum. La ascensión a estas cumbres implica atravesar lo que los alpinistas llaman la “Zona de la Muerte”, situada por encima de los 7.500 metros. A esa altitud el cuerpo humano no puede aclimatarse y comienza a perder capacidad física. Cada expedición requiere semanas de aclimatación progresiva y la instalación de campamentos en distintos puntos de la montaña.

Los riesgos son múltiples: caídas en grietas, avalanchas, tormentas, hipotermia, congelaciones, mal de altura y agotamiento extremo. Incluso en condiciones favorables, el margen de tiempo y energía para intentar la cima es muy reducido.

El propio Lionel Terray, uno de los pioneros del himalayismo, definió estas ascensiones como “la conquista de lo inútil”, una expresión que resume los sacrificios que implican. Para Pasaban, el reto no se limitaba a alcanzar cada cumbre, sino también a gestionar los límites físicos y mentales que exige este tipo de montañismo.