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Kepa Junkera, el músico que llevó la trikitixa de Bilbao al mundo

El compositor y trikitilari Kepa Junkera ha sido una de las figuras clave en la renovación de la música vasca.

Texto: P. Montes Foto: Cedida

En Bilbao, a mediados de los años setenta, un joven Kepa Junkera escuchaba con atención los sonidos de un instrumento que marcaría su vida: la trikitixa. Ese interés, casi intuitivo, acabó convirtiéndose en el motor de una carrera que lo llevó a recorrer escenarios de medio mundo, a ganar un Grammy Latino (2004) y a situar la música popular vasca en un lugar destacado de la escena internacional.

Kepa Junkera nació en Bilbao en 1965. Su formación musical fue en gran parte autodidacta, aunque pronto se rodeó de otros músicos con los que comenzó a experimentar. En la década de los ochenta arrancó su carrera discográfica, y en 1986 ya había publicado su primer trabajo junto a los trikitilaris Zabaleta y Motriku. Desde entonces, cada disco suyo fue sumando nuevas piezas a un estilo que combinaba el respeto por la tradición con la búsqueda de sonidos contemporáneos.

UNA MÚSICA SIN FRONTERAS

A lo largo de su trayectoria, Junkera entendió que la música de raíz podía dialogar con otros géneros y culturas. Lo demostró con colaboraciones junto a artistas de distintos lugares: desde el brasileño Caetano Veloso hasta el gallego Carlos Núñez, pasando por The Chieftains, Pat Metheny o Dulce Pontes.

En 1998 publicó Bilbao 00:00h, un homenaje a su ciudad natal en el que participaron más de cuarenta músicos. Ese disco se convirtió en un hito, no solo por su calidad musical, sino también por la capacidad de reunir a artistas de distintas tradiciones en un mismo proyecto.

Pero su gran reconocimiento internacional llegó en 2004 con el disco K, grabado en directo en el Teatro Arriaga de Bilbao. El álbum fue galardonado con el Grammy Latino al Mejor Álbum Folk. Aquel premio puso su nombre en la primera línea de la música de raíz a nivel mundial.

TRADICIÓN Y MODERNIDAD

Uno de los rasgos más reconocibles de su carrera fue la manera de acercar la tradición vasca a nuevos públicos. Con Etxea (2008) reunió 27 canciones populares vascas interpretadas por voces de distintos países y estilos musicales. El proyecto fue un éxito y reflejó bien la filosofía de Junkera: una música que nace de lo local, pero que tiene capacidad de llegar a cualquier rincón del planeta.

No se quedó ahí. Kalea (2009) amplió ese viaje con 82 músicos de once países distintos. Años más tarde exploró la riqueza de Galicia en Galiza (2013), y en 2017 presentó Fok, un homenaje a la música popular de Euskal Herria en clave contemporánea.

Su último gran proyecto discográfico antes del ictus fue Fok con el grupo Sorginak, y en 2018 aún se encontraba de gira internacional cuando la enfermedad lo sorprendió en Bélgica.

El 5 de diciembre de 2018, en plena gira, Kepa Junkera sufrió un ictus que lo obligó a retirarse de los escenarios. La noticia conmocionó al mundo de la música, tanto en Euskadi como fuera de ella. Aunque apartado de los conciertos, su figura no desapareció. En 2022 se estrenó el documental Berpiztu, que narra su historia y recoge testimonios de quienes lo acompañan en esta etapa. También se publicó un libro ilustrado con su carrera, partituras y reflexiones.

En mayo de 2025 publicó Kameleoiak, un álbum recopilatorio de colaboraciones a lo largo de su carrera, que funciona como retrato de su espíritu camaleónico. Un año antes había editado Erromeriak, dedicado a mujeres pandereteras, con la participación de cuarenta intérpretes de distintos territorios.

UN LEGADOR VIVO

Hoy, a sus 60 años, Kepa Junkera es considerado uno de los grandes renovadores de la música vasca. Su papel ha sido clave para que la trikitixa, un instrumento popular y a menudo ligado a fiestas locales, alcanzara escenarios de todo el mundo.

Su historia es también un ejemplo humano. La enfermedad lo obligó a frenar, pero no consiguió silenciarlo. Su nombre sigue presente en discos, documentales, libros y homenajes. Y su música continúa siendo referencia para jóvenes intérpretes que ven en él la prueba de que lo local puede ser universal.

ÉXITOS Y RECONOCIMIENTOS

Kepa Junkera llevó el sonido de la trikitixa desde las plazas y romerías vascas hasta auditorios internacionales. En el camino, tejió puentes con músicos de distintas tradiciones y dejó una obra que combina innovación y raíces. Hoy, mientras continúa su recuperación, su música sigue hablando por él. Y lo hace con la misma fuerza con la que empezó, hace más de cuatro décadas, en las calles de Bilbao.